El Evangelio de Juan nos muestra otro poderoso milagro de Jesús: la sanidad del hijo de un noble (Juan 4:46-54). Este evento nos enseña sobre la importancia de creer en la palabra de Dios sin necesidad de ver señales físicas.
En este artículo, exploraremos cómo la fe de este hombre fue puesta a prueba y cómo podemos aplicar esta enseñanza en nuestra vida.
Un padre desesperado busca a Jesús
Jesús llegó nuevamente a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Un oficial del rey (un noble) vino desde Capernaum con una súplica urgente:
“Señor, desciende antes que mi hijo muera” (Juan 4:49).
Este padre estaba desesperado porque su hijo estaba a punto de morir. Su petición mostraba fe en Jesús, pero aún con la idea de que necesitaba su presencia física para el milagro.
Jesús desafía su fe
En lugar de ir con él, Jesús le dijo algo inesperado:
“Vé, tu hijo vive” (Juan 4:50).
Aquí, Jesús le dio una oportunidad de demostrar una fe más profunda: creer en su palabra sin necesidad de verlo actuar físicamente.
Sorprendentemente, el noble creyó en la palabra de Jesús y se fue, confiando en que su hijo sanaría.
La confirmación del milagro
Mientras regresaba a casa, sus siervos salieron a su encuentro con una gran noticia: su hijo había comenzado a sanar a la misma hora en que Jesús había hablado (Juan 4:51-53).
Esto confirmó que la palabra de Jesús tiene poder, sin necesidad de su presencia física. Como resultado, toda su familia creyó en Jesús.
Conclusión: Fe sin necesidad de ver
Este milagro nos deja enseñanzas valiosas:
- La fe no depende de ver señales y milagros, sino de confiar en la palabra de Jesús.
- Jesús tiene poder sobre la enfermedad y la muerte.
- Cuando creemos en Jesús, también podemos impactar la vida de nuestra familia y entorno.
El oficial del rey nos desafía a confiar en Jesús sin necesidad de pruebas visibles, sabiendo que su palabra es verdadera y poderosa.
Jesús nos invita a confiar en Él plenamente, creyendo que su palabra es suficiente para transformar nuestras vidas.
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