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Si tuvieras fé como un grano de mostaza

November 30, 2024
plantas de mostaza

La vida de Eduardo era sencilla, pero llena de significado. Trabajaba como maestro en una escuela, disfrutaba de los momentos con su esposa Ana y sus dos hijos pequeños, y siempre encontraba tiempo para asistir a la iglesia de su comunidad. Era un hombre de fe, confiaba en las promesas de la Biblia y vivía con la certeza de que Dios siempre estaba con él.

Pero su mundo cambió de repente cuando Ana fue diagnosticada con cáncer. Eduardo no podía creerlo. Su esposa, una mujer tan llena de vida, enfrentaba una enfermedad que avanzaba rápidamente. Con lágrimas y rodillas dobladas, Eduardo clamaba a Dios día y noche, pidiendo un milagro. Creía que su fe, como un grano de mostaza, podría mover la montaña de la enfermedad. Sin embargo, a pesar de las oraciones, Ana falleció pocas semanas después.

Destrozado, Eduardo comenzó a cuestionar todo lo que había creído. “¿De qué sirve orar?”, pensaba. “¿Cómo puede un Dios amoroso permitir esto? ¿Acaso no escuchó mis ruegos?” En su dolor, se alejó de la iglesia y se encerró en su tristeza, convencido de que Dios lo había abandonado.

El consuelo en medio del dolor

Pasaron los meses, y Eduardo no encontraba paz. Sin embargo, un día, mientras revisaba una vieja Biblia de Ana, encontró una nota que ella había escrito en el margen de Juan 14:2:

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.”

Esas palabras tocaron su corazón. ¿Podría ser que Ana estuviera ahora en ese lugar que Jesús había prometido? Eduardo comenzó a reflexionar sobre lo que la Biblia decía acerca de la eternidad y el propósito de la vida.

En su búsqueda, encontró consuelo en varios pasajes:

Isaías 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”

Este versículo le recordó que, aunque no entendiera el porqué de su pérdida, Dios seguía estando a su lado.

Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.”

Eduardo comenzó a darse cuenta de que, aunque el sufrimiento no tenía sentido en ese momento, Dios tenía un propósito mayor que él no podía comprender.

Filipenses 1:21: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.”

Estas palabras del apóstol Pablo le enseñaron que la muerte no es el final, sino una transición hacia la vida eterna con Cristo.

Restaurando la fe

Poco a poco, Eduardo empezó a abrirse nuevamente a la fe. Se dio cuenta de que confiar en Dios no significaba recibir siempre lo que deseaba, sino creer en Su plan, incluso cuando era difícil de entender. Recordó las palabras de Jesús en Mateo 17:20:

“De cierto os digo que si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.”

La fe no era solo pedir un milagro, sino confiar en que Dios tenía el control, incluso en medio del dolor. Eduardo entendió que Ana estaba ahora en la presencia del Señor y que un día se reunirían en las moradas celestiales que Jesús prometió.

Un mensaje de esperanza

La vida no siempre es fácil. Hay momentos en los que, como Eduardo, podemos sentirnos abandonados, sin respuestas y con el corazón roto. Pero la fe no se trata solo de recibir lo que queremos, sino de confiar en las promesas de Dios. En Apocalipsis 21:4 leemos:

“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”

Dios nos llama a tener esperanza. Aunque no entendamos Su voluntad, podemos confiar en que Su plan es perfecto. La muerte no tiene la última palabra. Jesús mismo dijo en Juan 11:25:

“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.”

Como Eduardo aprendió, la fe como un grano de mostaza puede mover las montañas de la duda y el dolor. No siempre entendemos el “por qué”, pero sabemos que hay una promesa eterna: un día estaremos con nuestros seres queridos en la presencia de Dios.

Vivir es Cristo, y morir es ganancia. En esa esperanza, nuestra fe encuentra su verdadero propósito.

¿Qué opinas de esta historia? Déjanos tu comentario y comparte este artículo para que más personas descubran las maravillas que Dios nos muestra en su palabra.

Image by Rajesh Balouria from Pixabay


Relato en audio


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