
Jesús nos muestra su celo por la santidad y reverencia en el templo de Dios. Este relato poderoso subraya la importancia de priorizar la adoración sincera sobre las prácticas superficiales.
El templo convertido en mercado
Después de las Bodas de Caná, Jesús subió a Jerusalén para celebrar la Pascua. Al llegar al templo, encontró algo que le indignó profundamente: el lugar santo había sido transformado en un mercado. Había vendedores de bueyes, ovejas y palomas, así como cambistas (Juan 2:14).
El templo, que debía ser un lugar de oración y comunión con Dios, se había convertido en un centro de comercio. Esto provocó una respuesta inmediata de Jesús.
La acción de Jesús en el templo
Jesús hizo un azote de cuerdas y expulsó a todos los vendedores, diciendo: “Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado” (Juan 2:16). Este acto reflejó su celo por la santidad del lugar dedicado a Dios.
Sus discípulos recordaron la Escritura que dice: “El celo de tu casa me consume” (Juan 2:17), mostrando que Jesús actuaba con base en su amor y reverencia por el Padre.
Una señal para los líderes religiosos
Los líderes judíos cuestionaron la autoridad de Jesús y le pidieron una señal que justificara su acción. Jesús respondió: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Juan 2:19). Aunque ellos pensaron que hablaba del edificio físico, Jesús se refería a su cuerpo y a su resurrección al tercer día.
Más adelante, sus discípulos entendieron esta afirmación, conectándola con su resurrección (Juan 2:22).
Conclusión
El relato de Jesús limpiando el templo nos enseña la importancia de la reverencia y la pureza en nuestra adoración. Este acto nos desafía a examinar nuestras vidas y asegurarnos de que estamos honrando a Dios en todo lo que hacemos. Además, su declaración sobre el templo apunta hacia su obra redentora, demostrando que Él es el verdadero lugar de encuentro con Dios.